31/10 - 3/11 - El Arte del Rebozo - 32h en Barcelona

Relato de mi Parto en Casa

Relato de mi Parto en Casa

Relato de mi Parto en Casa

¡Estamos muy felices de anunciar que nuestro bebé ya está aquí!

Guiem es un precioso y saludable bebé que nació el viernes 9 de abril a las 21:00h.

Gracias a la aportación de los Mecenas, lo recibimos en nuestra casa tal y como deseábamos. Y no pudo ser mejor.

 

A las 41 semanas y 2 días de gestación, tras una sesión de reflexología, rompí aguas de madrugada a la 1:15  del mismo día 9, perdí el tapón mucoso y a partir de ese momento se desencadenaron suavemente las contracciones de pre-parto, las cuáles fuí llevando muy bien con ayuda de la respiración, bolsa de agua caliente, caminando o Intentado dormir entre contracción y contracción. Con tranquilidad, conectada a mi cuerpo-bebé-instinto permitiendo que todo siguiera su curso natural. Tenía todos los recursos yóguicos a mi favor para ir transitando cada oleaje que me acercaba más a nuestro bebé. Sin miedo, sintiendo mi cuerpo, llevando la respiración hacia la tierra.

 

Hacia las 14:15 subió la intensidad iniciándose el trabajo de parto. 

En la primera fase de dilatación las contracciones eran cortas pero intensas, muy seguidas y efectivas. Ya no podía hablar durante la contracción y ya necesitaba vibrar sonidos graves como la "Aaa" y "Ooo”. Cada vez más potentes y profundas hasta llegado el punto que ya no podía prescindir de las manos de Lina haciéndome presión en la zona lumbar. 

Su acompañamiento, tanto físico como emocional, fue fundamental para mí en todo el proceso. ¡Qué suerte tengo!

En esta fase utilicé la pelota de pilates, las telas colgadas del techo para tirar de ellas, la ducha con agua caliente y el inodoro para no sentir presión en el coxis. 

Lina se mantenía comunicada con Inma, nuestra comadrona, para informarle de cómo iba avanzando el proceso, y ésta, escuchando mis gemidos a través del teléfono supo que el parto estaba avanzado y decidió venir ya para casa. 

 

Mientras Lina montaba la piscina de partos en el salón, fueron llegando Inma, la fotógrafa y mi madre. Este gran equipo de mujeres fueron preparando todo el material necesario en silencio y en penumbra respetando mi viaje hacia el interior, mi concentración y mis cantos vocales cada vez mayores. Yo estaba bien, sonreía y les hacía saber que estaba feliz de estar rodeada de ellas y cada vez más cerca de nuestro bebé.

 

A cada contracción, Lina o Inma seguían masajeando mi lumbar mientras tenían problemas con la manguera para llenar la piscina y tuvieron que terminar de llenarla de ollas de agua caliente conmigo dentro.

Inma, a cada poco, controlaba las constantes vitales del bebé. Escuchábamos su corazón y decía: “Bebé contento”. Todo iba bien

 

Lina siempre a mi lado con una palabra al oído, una mirada, una caricia o masaje, recordándome lo bien que lo estaba haciendo, lo orgullosa que estaba de mí, lo mucho que me amaba.

La fase de dilatación estaba llegando a su fin con éxito y al poco rato de estar dentro de la piscina el bebé empezó a descender por el canal de parto donde la intensidad y el dolor ya eran abrumadores. Sentía una presión desmesurable en mi ano, en la zona lumbar. Mis gemidos en esas contracciones eran ya bien animales y poderosos, con arcadas provocadas por la misma contracción uterina pero no llegué a vomitar. Subir al Everest empezaba a ser una broma al lado de este proceso fisiológico tan bestia que podemos vivir las mujeres.

Dejaba que mi cuerpo hiciera su cometido y siguieron contracciones muy efectivas acercando al bebé más a la salida.

 

Inma tomó de nuevo sus constantes vitales y ésta vez el bebé había bajado muchísimo su ritmo cardíaco. Inma, en este momento, sin dudar, me dijo que me iba a hacer un tacto para saber si la cabeza del bebé estaba cerca. Fue el primer y único tacto que me hizo en todo el parto. 

Comprobó que ya estaba dilatada completamente y tocó la cabeza con sus dedos, así que sólo teníamos que hacerlo bajar rápidamente para que le volviera el latido normal. No había que hacer un traslado al hospital.

Me dijo: “tenemos que salir del agua para hacer unas posturas-maniobra porque el bebé está haciendo cosas raras”

Todas se acojonaron menos yo, pues sabía que todo iba bien, estaba muy conectada a mi bebé  y sabía que aquella bajada de ritmo (Bradicardia) era momentánea.

 

Me ayudaron a salir, mientras me daba otra contracción, me secaron rápido e Inma dio órdenes  muy claras de lo que había que hacer:

Lina sentada en una silla, yo sentada encima de ella tipo Cabaret, dejando caer mis caderas entre sus piernas hacia el suelo y mi madre sentada detrás de mi espalda para sujetar mi cuerpo. Rodillas hacia dentro y periné bien abierto.

Así tres contracciones empujando para hacer coronar la cabeza del bebé. Postura infalible para hacer descender rápidamente al bebé aunque bastante incómoda para mi. Funcionó.

Entre contracciones en Cabaret, el bebé recuperó el latido normal del corazón y su cabecita asomaba por mi vulva. Todas se relajaron. Bebé feliz: Todo va bien

 

De nuevo pude entrar al agua ya para la fase del Expulsivo.

Allí sólo tenía que NACER.

 

No fue tan rápido. Tras varias contracciones en distintas posturas dentro del agua para dejar salir su cabecita vimos que mi periné tónico no daba más de sí y yo sentía abrirme en dos. Sentí miedo por primera vez: romperme la vagina, literalmente. El famoso aro de fuego en su máximo esplendor. Temía empujar más de lo que ya lo hacía mi cuerpo.

 

Pero alguien Superior me ayudó y acepté que debía empujar aunque me desgarrara.

Y así fue. En la siguiente contracción empujé y salió su cabeza, por fin. Yo vi las estrellas pero ya podía tocar su cabello tan suave y cuero cabelludo todavía arrugado con mis manos.

 

Mi cuerpo me dio una tregua larga de 2 min 30 para la siguiente contracción que me traería al bebé en mis brazos.

Pedí agua, respiré y respiré calmando mis jadeos e hiperventilación.

Dije muy vulgarmente: “cariño me he partido el coño, el segundo lo tienes tu, vale?”

 

Con un espejo dentro del agua Inma miraba la cabeza del bebé pero al haber salido sangre por el desgarro, no podía ver en su expresión si todo iba bien.

Yo sentí que el cuerpo del bebé giraba dentro de mí y se lo hice saber, así que todo iba bien.

Inma ayudó a provocar la contracción siguiente tocando mi vientre moviendo el útero.

Llegó la contracción, empujé rugiendo como el animal más salvaje de la selva y el bebé salió ayudado por Inma y mientras le sacaba una vuelta de cordón de su cuello, me lo entregó en mi pecho.

 

¡Aleluya! Ahí estaba arrancando a llorar, sano,  tónico, hermoso, precioso incluso al nacer (sin ningún boño craneal ni hinchado), simplemente perfecto!

Le di la bienvenida a casa. No lloré, pero sí me inundaba la felicidad al ver que todo había sido tal como tenía que ser. Ya no sentía ningún dolor, sólo gratitud y felicidad.

Todas lloraban de emoción y Lina me dijo:

-¡Pero mira qué es! . No sabíamos todavía su sexo.

Lo levanté de mi pecho y le vi su pirulina y testículos. 

- ¡Es un Fiet! Exclamé (Niño en menorquín).

Mira qué guapo que es! 

¡Bienvenido Guiem! Lina y yo nos miramos locas de amor por este ser tan perfecto que acababa de llegar.

Video Nacimiento  

Miré a Inma, y agradecida de corazón y emocionadas por lo vivido juntas, nos fundimos en una sonrisa y me confirmó que el bebé estaba BIEN.

Quedamos en el agua juntes, recibiendo el amor de todas mientras esperábamos un segundo nacimiento, la Placenta.

Video Esperando la Placenta  

Guiem seguía recibiendo sangre de su hermana gemela "la Placenta" a través del cordón umbilical mientras éste iba dejando de palpitar y tornando de azul a blanco. 

A las 21:20h alumbré a la Placenta  con una suave contracción. 

Viscosa, rojiza, entera, el árbol de la vida. Inma la revisó y la puso dentro de una palangana para que flotara en el agua a nuestro lado.

No recuerdo cuánto tiempo más estuvimos dentro del agua haciendo piel con piel.

Al cabo de un rato salimos de la piscina, nos secaron y nos acomodamos bien en el sofá. Guiem seguía encima mío piel con piel y en poco se enganchó a mi pezón. Estaba bien calentito con toallas recién planchadas.

Inma nos iba revisando haciendo todos los controles sin molestarnos, sin entorpecer ese momento maravilloso de encuentro al otro lado de la piel.

 

Dejamos a Guiem unido a su placenta durante dos horas. Mientras mamaba, mientras las chicas recogían toda la casa, Inma me hacía las curas y me cosía 8 puntos dobles (con anestesia local menos mal).

Llegó el momento de separarlo de su ángel de la guarda, le dimos las gracias, un momento de silencio y Lina cortó el cordón umbilical.

Ya podíamos pesar a Guiem (con un trapo y pesa romana): 3,120kg

Inma nos enseñó a ponerle el paquete y curar del cordón.

Video pesando a Guiem  

 

Cogió la placenta y antes de hacer el print sobre un lienzo, nos enseñó a todas la maravilla de órgano que es, tocando sus membranas y viendo sus caras.

Video Placenta  

Luego la lavó, cortó un trozo pequeño y con él Lina me hizo un batido de frutas y especias, riquísimo que me ayudaría a recuperarme mejor de aquella experiencia titánica.

 

Tras dejar todo limpio y recogido, cenamos, hicimos la foto de Familia e Inma nos dejó en la cama a Guiem, Lina y a mí, ya acomodades para dormir enseñándome cómo le podía dar de mamar durante la noche.

 

Sobre las 2 de la madrugada todas las mujeres se despidieron de nosotras en nuestra cama. Apagaron las luces de casa y se fueron sigilosas, tal como habían llegado, como si nada hubiese pasado. Pero nuestras vidas habían cambiado por completo. Una nueva aventura acababa de empezar con el mejor regalo de nuestras vidas.

P.D.

Desde el parto, Inma Marcos sigue viniendo a casa a menudo para seguir los controles y curas de ambos, atender las necesidades de la lactancia, contestar todas nuestras preguntas e inquietudes y acompañarnos emocionalmente en este viaje dándonos consejos para el Posparto. 

Su última visita será casi al mes de nacer Guiem donde cerraremos este episodio con el Ritual Posparto y Cerrada del cuerpo para ayudarme a integrar todo, acompañar a mi cuerpo volver a su estado previo y a recoger toda la energía expansiva que quedó del parto llevándola a mi centro.

 

Es la mejor inversión que podíamos haber hecho. Ojalá todas las mujeres tuvieran la atención, ayuda y los cuidados personalizados que hemos recibido durante la gestación, parto y posparto.

Será muy bonito contarle todo esto a Guiem cuando sea mayor.

 Olga, Lina y Guiem

Visita el fotoreportaje que nos hizo VilaWeb